Flor Automática

Creía estar acostumbrado al sonido caraterístico de una voz quebrándose aguda bajo la interferencia de mi teléfono. De una u otra forma, ya había adquirido cierta envidiable destreza en el área producto de anteriores sesiones que iban de, más o menos media hora, a horas ininterrumpidas. Todas ellas tenian un factor común, el resquebrajamiento interior producto de, lo que yo consideraba, mera insensatez. Ella se me manifestaba de diversas formas: como desesperación y rabia incontenible a seres de colores demoniacos con actitudes de inframundo (nosotros almenos, no reconociamos característica humana alguna en ellos, que fuese a la vez capaz de contrastarse con el ojo de la moralidad común, en eso concordabamos siempre), como la propia incapacidad de verse la cola, como un puño autoritario que remecía las paredes exigiendo la tranquilidad con la que habia soñado y que todo girara como ÉL lo habia manifestado o la simple incoherencia con la que actuaban los pares (era inevitable que riéramos al darnos cuenta que no eran los pares, sinó que eramos nosotros que andabamos con sintomas de lunatismo, esas cosas tomaban solo media hora por suerte). Creia haber tratado con todo, y me enorgullecía de eso.

Lamentablemente, llegó el dia en que solo pude atinar a decir, que no estaba esperando las respuestas en una mañana de día domingo, que simplemente estaba demasiado borracho como para recordar por que estas cosas siempre se me escapan de las manos. Nunca se me habian escapado de las manos, pero, para mi desgracia, solo ella no lo sabia. Solo fue una la vez en que sentí que los pesares me sobrepasaban, y fue con este ente. Nunca me había sentido inútil, solo con este ente.